ACIERTO O ERROR: LAS CLAVES DEL APRENDIZAJE
Cuántas veces hemos escuchado a nuestros padres decirnos que ellos ya sabían que nos íbamos a equivocar, que ya nos decían que no debíamos hacer tal cosa, y cuántas veces, a pesar de sus numerosas advertencias, hemos caído en el error y nos hemos dado de bruces con el fracaso ante el inevitable «ya te lo decía yo» de nuestros padres.
Parece que en la naturaleza del ser humano está por encima de todo, intentar hacer las cosas por uno mismo y experimentar de primera mano lo nuevo, a la mayoría de los mortales no nos vale con que otras personas, generalmente con más experiencia y sabiduría que nosotros, nos digan lo que podemos o no hacer, incluso cuando nos aconsejan sobre determinados actos que nos pueden traer serios problemas. A pesar de todo, existen diferencias personales, y mientras algunos son más precavidos y cautos ante estas advertencias de quienes han mordido el polvo con anterioridad, otros son literalmente incapaces de no probar su sabor por sí mismos, no sea cosa que les vaya a gustar.
Si aceptamos que este comportamiento está en mayor o menor medida presente en la mayoría de las personas, cómo vamos a pretender que los niños hagan caso y sin rechistar a las recomendaciones de sus padres. Lo que debemos esperar de los más pequeños es que intenten no hacernos caso, querrán conocer las consecuencias de sus actos por sí mismos, aunque a veces éstas deban amortiguarse con tiritas y mercromina. Como padres, es obvio, que no debemos quedarnos de brazos cruzados, y que deberemos intervenir cuando el peligro sea evidente, pero también parece obvio que no podemos evitarles todas las caídas, es más, parece sano no hacerlo. De la misma manera que nosotros hemos aprendido, y seguimos haciéndolo, tropezando una y otra vez con la misma piedra, ellos tendrán que experimentar esas mismas sensaciones. Porque solo el error nos da la oportunidad de superarnos y aprender.
Psicología Infantil Torrelodones