LA NUEVA NORMALIDAD
Últimamente no paramos de escuchar en las noticias, en los anuncios, tanto en televisión, como en la radio o las redes sociales, la expresión: “poco a poco vamos a volver a la nueva normalidad”.
Pero, ¿qué significa esto? ¿Qué va a implicar? ¿Quiere decir que no vamos a retomar por completo nuestra vida anterior al confinamiento? ¿Tendremos que adaptarnos a una situación nueva, diferente y de forma permanente? ¿No podremos volver a hacer fiestas, festivales, asistir a conciertos o eventos similares? A estas dudas se le suma la inquietud e incertidumbre que genera la futura situación económica y laboral en nuestro país, y qué consecuencias va a tener esto en cada uno de nosotros.
Todas estas preguntas pueden generarnos un gran malestar. Los seres humanos somos animales de costumbres. Nos gusta, en cierta medida, la rutina y nos sentimos cómodos con lo que conocemos y nos es familiar. Los cambios siempre generan cierto respeto. ¿Sabré adaptarme bien? ¿Se me hará cuesta arriba? Esto es especialmente complicado para aquellas personas muy metódicas, perfeccionistas y con una gran necesidad de control. Para estas personas, con un pensamiento menos flexible, les es más complicado adaptarse a situaciones nuevas e inesperadas.
Sin embargo, hemos de pararnos a pensar que también creíamos que se nos iba a hacer imposible pasar varias semanas sin salir de casa, con el único contacto de las personas que convivían con nosotros o de las video llamadas con nuestros seres queridos. Y nos hemos demostrado a nosotros mismos, la enorme capacidad de adaptación que tenemos, que sabemos reponernos de las dificultades, que siempre encontramos la manera de sentirnos a gusto haciendo nuestras las situaciones nuevas. No nos subestimemos, todas las situaciones nuevas e inesperadas al principio cuestan, asustan, dan vértigo, pero poco a poco nos vamos habituando a ellas.
Ahora más que nunca es fundamental no hacer grandes planes a futuro. Esto no quiere decir que no organicemos las cosas que queremos hacer, pero ante una situación inestable, es más conveniente hacer pequeños planes a corto y medio plazo e ir viendo cómo se desarrollan las cosas y, en función de ello, hacer planes un poco más a largo plazo. Esto no quita que no mantengamos la ilusión, que no soñemos con las cosas que nos apetezca hacer o cumplir. Pero puede generarnos una gran frustración tener expectativas demasiados elevadas que luego no lleguen a cumplirse.
La mejor manera de adaptarse a los cambios es ir viendo día a día cómo evoluciona la situación.
Hemos de vivir centrados en el momento presente, aprender del pasado y soñar con cómo será el futuro.
Eva del Río
Psicóloga Sanitaria en Picología Camins